viernes, 29 de marzo de 2013

El Cairo y su revolución permanente

Cerrar los ojos y ver casi dos años de aventuras. ¡Qué experiencia! Mes tras mes he aprendido una cosa nueva en Oriente Medio.Y ahora me siento a escribir sabiendo que estoy a dos día de mi marcha.

Recuerdo mis últimas días en El Cairo, de donde acabo de llegar, como un pasado que ya pronto será lejano. Esa ciudad, rendida ante la majestuosidad de las pirámides, lucha ahora por encontrar el orden ante un caos generalizado.

Un artista local pinta un coche calcinado
situado en una de las entradas a la plaza Tahrir
Egipto ha cambiado mucho desde mi llegada a Oriente Medio. Aquellos con los que he hablado estos días me han dicho que no están contentos con Mursi, consideran que es una marioneta de los hermanos musulmanes. Otros, en cambio, dicen preferir la vuelta de Mubarak, su antiguo dictador. Con él tenían seguridad, turismo y más dinero. Ahora hay más pobreza, más caos político, inestabilidad y un turismo colapsado que daña las entrañas de la economía egipcia.

Egipto ha sido la última gran aventura de mi paso por Oriente Medio. Desde Tel Aviv hasta el Cairo he viajado cruzando el desierto del Negev, recorriendo la península del Sinaí, ahora zona peligrosa por los secuestros que se han producido en la zona, viendo el maravilloso mar rojo por la ventana de mi autobús y llegando finalmente a El Cairo tras casi 32 horas de viaje.

Todo ha sido increíble. Un viaje inolvidable. Una experiencia única. Sentir la revolución egipcia en el corazón de la plaza Tahrir ha sido una sensación indescriptible. El día que pisé por primera vez la plaza había una tormenta de arena sobre la ciudad que impedía ver los edificios a dos bloques de nuestros pies. La tormenta de arena pintaba un escenario de película. Al acercarnos a la rotonda donde duermen los revolucionarios nos encontramos con un hombre que nos dice que no saquemos fotos en la plaza. Su mirada penetrante y cabreada nos inquieta. A su mirada amenazante le acompañan estas palabras:  "en Tahrir solo hay hombres peligrosos".

Mirando a nuestro alrededor vemos niños descalzos y sucios. Niños pequeños que se entretienen lanzando piedras al otro lado de los bloques de hormigón que se han puesto en las calles adyacentes a la playa para evitar el acceso a la misma. Al lado del museo egipcio vemos como un gran edificio, antiguo cuartel general de Mubarak, está ahora quemado y abandonado. En varias de las calles al lado de Tahrir encontramos coches en cenizas y un gran número de grafitis. Las tiendas de souvenirs se apresuran a sacar rédito a la revolución vendiendo camisetas sobre la revolución, banderitas, etc...

Muchos de los que ahora visitamos El Cairo lo hacemos por curiosidad. Esa curiosidad que nos lleva a viajar por el mundo descubriendo nuevos países y sus gentes. Las ganas de aprender y de descubrir qué es lo que está pasando es el denominador común de muchos de los extranjeros que ahora caminan por las calles de El Cairo. Hay muchas historias que contar sobre mi viaje a El Cairo, sobre mis días en Israel y Palestina pero ahora debo aprovechar mis dos últimos días en Israel. Luego os cuento

Vistas del museo egipcio al lado del edificio calcinado,
antiguo cuartel general de Mubarak. 

Cocha calcinado al lado de bloques de hormigón
que bloquean una de las calles de acceso a Tahrir



domingo, 17 de marzo de 2013

De Florentin a El Cairo

Algo me dice que hoy tengo que escribir desde el soho de Tel Aviv. El barrio de Florentin, situado en el sur de la ciudad, es ahora mi nueva casa, aunque por poco tiempo. Mi nuevo barrio es especial. Una volkswagen amarilla, de esas que te recuerdan los movimientos hippies, habita entre sus calles. A su lado, multitud de cafés acogen a jóvenes israelíes. Algunos son hipster, otros hippies y otros traen consigo el alma de la India tras haber viajado durante un tiempo a dicho país. La gente aquí es diferente y me encanta.

En las calles de Florentin hay más vagabundos que en mi anterior barrio cerca del boulevard Rothschild. También hay más inmigrantes, más estudiantes, más músicos y pintores, más idealistas. Las calles de este barrio tienen carácter y te lo demuestran a cada instante.


Acabo de llegar de la cinemateca de Tel Aviv tras ver una buena película francesa, este mes se celebra el festival de cine francés, y el ruido de los pubs de la calle vital rompe el silencio de mi habitación. La gente silva, chilla, canta y camina alcoholizada por mi calle. Muchos días no logro dormir bien, hay un vagabundo y una loca que suelen pelear por las noches en plena calle, pero me gusta que este barrio tenga tanta 'mala vida'.

Estoy a días de irme a El Cairo y a semanas de abandonar Israel y mudarme a España lo que hace que esté más nervioso de lo habitual y más inquieto. Mi insomnio se alimenta de la sensación de un cambio incesante, de un ajetreo permanente, de la incertidumbre del mañana, del caos del presente, del miedo al futuro, de las pasiones confrontadas, de las despedidas y de las bienvenidas.

Así he decidido emprender esta gran y última aventura por Oriente Medio. Luego volveré a Israel y a Palestina, estaré unos días más y todo se habrá acabado. Mi mudanza a Florentin, solo por un mes, tiene su sentido, un largo porqué, que aquí no contaré ( ¡Algo hay que dejar algo para el libro!)

He escrito menos estos meses porque he escrito más en mi libro. Mi próxima parada es Egipto. Qué ganas de cruzar el desierto del Sinaí, de recorrer las calles de El Cairo, de conocer a aquellos que han cambiado Egipto a través de la revolución. ¿Con quién me encontraré? ¿Cuántos me explicarán como fue la caída de Mubarak? ¿Será El Cairo como me lo imagino? ¿Habrá peligros por el camino?

Me voy de Florentin a El Cairo. Hay muchas preguntas esperando respuesta...