Álvaro Méndez, licenciado en periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, antiguo locutor en Onda Cero, redactor en Marca y uno de mis primeros compañeros de trabajo en El Confidencial Digital se animó a conceder una entrevista a este blog tras visitar Israel, Palestina y Jordania.
Álvaro Méndez en Petra. Jordania. |
Su visión es interesante ya que estudia un máster en Relaciones Internacionales en la Universidad San Pablo-Ceu y es un apasionado de la información internacional. En su andadura por Israel tuvo ocasión de conocer a la corresponsal de El País, Ana Carbajosa, entablar conversaciones con israelíes y palestinos y ver el conflicto de cerca.
Pero dejemos que nos lo cuente él....
Pregunta: ¿Cómo estudiante de un máster en RRII qué representa para ti el conflicto entre Palestina e Israel?
Respuesta: A menudo se dice que Oriente Próximo es una región que crea más historia de la que es capaz de digerir. Creo que es una expresión que define a la perfección cómo es la situación en Israel y Palestina. Es el eterno conflicto sin resolver con un epicentro, Jerusalén, que concentra en poco más de un kilómetro cuadrado, los lugares más santos para dos religiones tan firmes como la musulmana y la judía. No es una región cualquiera, sino que hablamos de la única localización de todo el mundo donde lo acaecido durante más de quince siglos de historia sigue constituyendo una causa de conflicto.
Desde el punto de vista del derecho internacional, es todo un reto analizar todas las violaciones que desde 1947 se han producido en esta región. Guerras, ataques aéreos, terrorismo en tiempos de tregua, construcción de muros ilegales, expansiones territoriales mediante asentamientos ilegales...
Religión, tradición, política, derecho... Todo se mezcla.
P. ¿Comprendes mejor el conflicto al llegar a la zona y escuchar las voces de los israelíes y los palestinos?
R. No hay punto de comparación. Una cosa es ver un par de muros en televisión. Otra bien distinta es caminar por las calles de Hebrón con un palestino cuyo hermano fue asesinado durante un ataque israelí, o montarte en el taxi de un judío que te culpa como español de echar a los judíos de España hace 500 años y que se queja de que todo el mundo les quiere echar de todas partes. Son experiencias que te ayudan a entender desde qué principios siente el conflicto cada una de las partes.
Sí he de decir que me fue mucho más fácil entablar conversaciones más interesates con los palestinos. Los israelíes se mostraban más fríos, menos receptivos. Eso sí, me quedo con un testimonio que nos dejaron dos hermanos judíos estadounidenses de unos 65 años de edad que estaban en Israel para conmemorar Pésaj: “Lo que habría que hacer para poner a israelíes y palestinos de acuerdo es encerrarles a todos en una habitación y quitarles los cigarrillos. Así seguro que colaboraban”.
P. ¿Cuál crees que es el principal obstáculo para la paz entre ambos pueblos?
R. Creo que hay dos fundamentales. La cuestión de Jerusalén y los asentamientos. A Jerusalén ninguno de los dos bandos quiere renunciar, y en particular por la ‘explanada de las Mezquitas’ o por el ‘monte del Templo’. Da igual. Como queramos llamarlo, es el mismo sitio, es el lugar donde reside la idiosincrasia tanto del Judaísmo como del Islam. Para los judíos, ahí es donde Abrahám casi sacrifica a Isaac y donde se construyó el Templo. Para los musulmanes, es desde donde Mahoma subió a los cielos. En resumen, irrenunciable.
Y por otro lado, los asentamientos en Cisjordania. Israel se comprometió a desmantelarlos poco a poco. Sin embargo, está ocurriendo lo contrario. Cada vez construyen más, algo que, además de suponer el inclumpliento de una promesa, supone una manifiesta violación del derecho internacional, en particular de los Acuerdos de Oslo. Del muro que rodea Cisjordania (y que se mete también en ella) diré sencillamente que es vergonzoso.
Desde el punto de vista humano, poco más hay que decir. Los asentamientos suponen una cuna para el radicalismo y para el odio. El sentido común nos dice que unos niños judíos criados en el desconocimiento que proporcionan las vallas de las colonias crecerán con desconfianza (en el mejor de los casos) hacia sus vecinos. A los niños palestinos no les hará gracia tampoco que construyan asentamientos hostiles donde antes jugaban al fútbol. Es así de fácil y dramático.
P. ¿Estás de acuerdo con la visión que los medios españoles transmiten de Israel y de Palestina? ¿Qué cambiarías y qué mostrarías a la sociedad española?
R. Sinceramente, los medios españoles están poco prepocupados por la información internacional. Si acaso, publican noticias de la Primavera Árabe. No hay más espacio. Sí que suelo leerme las crónicas de Ana Carbajosa, corresponsal de El País en Jerusalén con quien tuve la oportunidad de coincidir en mi viaje. Todo un lujo de persona y de profesional.
A la sociedad española la animaría a que buceara en la red. Y, por supuesto, a que se pasara por este blog, que es una prueba de que el periodismo imparcial, de ver y contar, es muy posible.
P. ¿Has sentido miedo en Israel, Palestina o Jordania o te has sentido seguro?
R. Cuando más inseguro me he sentido ha sido cuando en los check points y en las fronteras las fuerzas de seguridad israelíes me apuntaban con el rifle y con el dedo en el gatillo. Particularmente, en el paso fronterizo King Hussein-Allenby y en un control en Hebrón. No me gusta. No lo veo lógico tal y como está la situación
En Jerusalén también tuvimos un par de momentos tensos. Nuestro paseo por el barrio judío ultra-ortodoxo de Mea Shearim terminó cuando unos niños nos echaron a base de pedradas (al parecer, las sudaderas y los pantalones vaqueros largos de nuestras amigas no eran lo suficientemente ‘modestos’). Y también, caminando por la muralla junto al barrio musulmán, otros mozos nos tiraron piedras al grito de “¡Yankys, yankys!”.
P. ¿Cuál ha sido el momento que más te ha impactado en la zona (para bien o para mal)?
R. Quedarme con uno es dificil. Muy dificil. Así que tiraré de la primera impresión que tuve al bajarme del coche en Jerusalén. Era sábado (Sabbat), y todo estaba cerrado. ¡Pero cerrado de verdad! Ni gente por las calles, ni transporte público... Nada de nada. Me impactó para mal. No entiendo que una ciudad como Jerusalén se paralice por completo un día a la semana.
P. ¿Qué echa de menos un español en Oriente Medio, cómo te sentiste al llegar aquí?
R. Como cristiano, sentía que llegaba al lugar donde todo empezó, donde todo acabó, y donde todo empezó otra vez. Creo que el sentimiento era de expectación.
Y como español, lo tengo claro. En Israel eché de menos las cañas y el pan (en Pésaj), y en Jordania el rico jamoncito. Me acabó saliendo hummus por las orejas (lo sé, me merezco una buena censura en esta última gracia).
P. Tu principal crítica al gobierno israelí y tu principal crítica al gobierno de Mahmoud Abbas.
R. El principal problema que tiene Abbas es la corrupción que se ha instalado en Fatah. Eso les ha quitado, a mi entender, mucho apoyo popular, apoyo que ha acabado en Hamas. Y creo sinceramente que es justo lo que hay que evitar.
A Benjamin Netanyahu lo primero que le critico es su radicalismo. La política expansionista en Cisjordania mediante la construcción de colonias ilegales es incompatible con una resolución del conflicto. Lo mismo se puede decir del terrible muro. Así no se llega a ninguna parte.
Fuera del conflicto palestino-israelí, creo que es necesario hacer hincapié en lo estúpido que sería un ataque contra Irán. La ‘estabilidad’ que se ha logrado en Israel en los últimos años se vería seriamente amenazada, ya que tanto Hizbullá como la Siria de Al Asad (si siguiera) atacarían sin dudarlo.
P. ¿Animarías a los españoles a descubrir el conflicto por sí mismos? ¿Volverás a visitar esta tierra?
R. Por supuesto. Es una experiencia única. Además hay que aprovechar ahora, que parece que el conflicto ha entrado en una fase que podríamos definir como de calma tensa. De hecho, yo tengo que volver. No me dio tiempo a ver Nazareth, Haifa, Ramallah (me tiré más de dos horas atascado a los pies del muro) y Gaza (al menos, desde las colinas que hay cerca).
Animaos. En serio. Es una oportundad única para entender 3.500 años de historia en apenas una semanita.
Muy buena entrevista, siempre da gusto leer a estudiantes de relaciones internacionales y su propia visión del conflicto.
ResponderEliminarLa verdad es que sí da gusto poder leer lo que un estudiante de Relaciones Internacionales piensa al haber visitado esta tierra y conocido el conflicto de forma directa. Álvaro ha aportado puntos realmente importantes del conflicto.
Eliminar