domingo, 30 de octubre de 2011

Con la vista en el cielo y el oído en la tierra

"Debido a los ataques con misiles en el sur de Israel, las clases en la Universidad Ben Gurión serán canceladas mañana. Permanecer cerca de algún refugio. Esperemos que tengáis una buena noche :-)".

Con este mensaje, recibido el pasado sábado, Liat, la coordinadora de estudiantes extranjeros nos informaba de que el inicio del semestre, planeado para el domingo 30 de octubre, debía posponerse un día debido a los ataques en el sur de Israel. Esa misma noche, a las tres de la madrugada volví a oír la alerta…

Hagamos un experimento. Estáis en vuestras casas, alejaros del bullicio de la calle, encender unos buenos altavoces y solamente escuchar el siguiente vídeo. Seguid leyendo mientras suena el vídeo.





Esto es lo que escuchamos cada vez que se lanza un cohete a Beersheba. La sensación cada vez es diferente. La noche del domingo no sentí nada especial pero al día siguiente, por la tarde, me encontraba con un amigo en una frutería y la sirena volvió a sonar.

Nos encontrábamos en la calle, comprando manzanas, cuando la gente comenzó a correr hacia los edificios más cercanos, los coches se detuvieron, mi amigo agarró la bolsa de fruta, la dueña abandonó la tienda y se fue al refugio más cercano. La ciudad se paralizó.

Estuvimos 60 segundos escuchando ese sonido, la gente en máxima tensión. Todos agrupados en las escaleras de uno de los edificios más cercanos pidiendo “silencio” puesto que querían oír la explosión que anuncia la vuelta a la “normalidad”.

La vuelta a la normalidad, tras las explosiones, significa ver a la dueña de la frutería con un teléfono en una mano y con otro en la otra. Se inicia una cadena de llamadas entre amigos y familiares para saber que todos están bien, que no ha pasado nada.

“Tres cohetes acaban de caer en Beersheba, por favor enviarme un mensaje diciéndome que estáis bien”, así nos pide nuestra coordinadora que la informemos cuando cae algún cohete.

Y ahora os preguntaréis ¿te has acostumbrado a este tipo de vida?, ¿vives con miedo? ,¿ has dormido bien esa noche?, ¿comprendes el conflicto?

Y respondo. Sí me he acostumbrado a que alguna vez suene la alarma y caigan cohetes. No vivo con miedo en Israel aunque a veces tengo muy en cuenta el peligro que existe. Duermo bien a pesar de los ataques y de momento trato cada día de comprender más y más este conflicto. Nada en la vida es fácil de comprender y esto aún menos. Pero, para eso estamos aquí.


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jueves, 20 de octubre de 2011

Viviendo en un puzzle llamado Israel

Recuerdo que cuando era un niño apenas quería separarme de la casa de mis padres para ir a dormir a casa de mi tía algún fin de semana. Ahora estoy en Oriente Medio adaptandome a este nuevo mundo y feliz. Planeando cuál es el próximo paso para seguir conociendo ‘Erez Israel’ .

En una semana cumpliré mi tercer mes en tierra santa. Y estoy encantado. Me siento más que afortunado por poder estar aquí. Me rio cada vez que hablo con mis amigos y me preguntan si es peligroso, mi abuela bromea y dice “ya parecerás un Bin Laden” pero lo cierto es que aquí de Bin Laden nada.

La población árabe en Israel es una minoría. En un país de siete millones y medio de habitantes los árabes alcanzan el millón y medio, representando así el 20% de la población. El resto son judíos que han ido llegando en olas migratorias, Aliyah, antes y después de la creación del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948.

En aquella época los judíos eran la minoría. En la antigua Palestina apenas había 600.000 judíos. Y los judíos que ahora habitan esta tierra representan un gran puzzle que me apasiona descubrir. Ultraortodoxos, supervivientes del holocausto, estudiantes, militares…

Recuerdo una chica de unos 19 años que conocí en una parada de autobús en Haifa, al norte de Israel. Ahora mismo está haciendo el servicio militar y no dudó en criticar el sistema político que la obliga a pasar varios años de su vida al servicio del ejército.

Me aclaró que “si te niegas a hacer el servicio militar te encarcelan y me explicó que “en el ejército no puedes llevar las uñas pintadas” y que el más mínimo error ,como llegar tarde o separarte de tu arma, supone un severo castigo, habitualmente entre rejas.

Aunque para ella no está siendo un plato de buen gusto también he conocido gente que con 18 años afirma estar contentos por iniciar su camino en el ejército

Unos y otros me sorprenden. Por eso, este año me adentraré aún más en el pensamiento de muchos de los jóvenes que, obligados o encantados, acuden a un servicio militar que retrasa su entrada en la Universidad aproximadamente hasta los 23 años. Increíble.

Muchos de esos jóvenes al terminar el servicio no quieren saber nada más del conflicto. Por ejemplo, el mes pasado conocí a un chico en Tel Aviv. Había hecho el servicio militar y ya había terminado.

El día que me lo encontré ,23 de septiembre, Abbas y Netanyahu ya estaban preparados para lanzar su discurso ante el foro de Naciones Unidas en Nueva York. El tema: la petición de declaración del Estado de Palestina. Le pregunté qué pensaba. “No me interesa el conflicto, normalmente no veo las noticias y no me interesa la política”, explicó.

El vive en la burbuja. Vive en Tel Aviv. Una ciudad muy ‘europea’ en la que las preocupaciones de la gente, alejada del conflicto, son prácticamente las mismas que las de cualquier europeo. Los mejores cafés, discotecas, la playa, el mar mediterráneo, la ciudad antigua de Jaffa, los rascacielos, el surf, los barcos. Estos son los ingredientes de la burbuja en la que viven los telavivis. No puedo juzgarlos. No puedo decir si está bien o mal olvidar el conflicto. Sólo digo que yo no podría vivir al margen de lo que pasa en mi país.




*En este vídeo se puede ver bien lo que muchos llamamos la 'burbuja' de Tel Aviv

Con el tiempo me imagino que lograré entender mejor qué es lo que lleva a esta gente a olvidar el conflicto, a no mencionarlo. En mi caso, en mi ciudad, Beersheba, la gente lo tiene más presente. Teniendo Gaza a media hora en coche es más que lógico no olvidarse de que estamos en conflicto.


Mateo Rouco

Estudiante erasmus en Israel.
Colaborador de Expansión desde Oriente Medio.



sábado, 8 de octubre de 2011

Enciendan las luces, acaba Yom Kipur

Estoy sentado en el medio de una de las principales avenidas de la ciudad de Beersheba al sur de Israel. Tranquilos, no me he vuelto loco, no quiero suicidarme y ningún coche va a atropéllame porque hoy es Yomkipur.

Niños israelís difrutando del día santo con sus bicis.

El país se paraliza, la circulación en coche está prohibida desde la puesta de sol del viernes 7 de octubre hasta el ocaso del día siguiente. Los niños salen a las calles con sus bicicletas, las madres pasean con sus carritos por el medio de las grandes avenidas. Los ancianos hacen su paseo diario pero hoy ocupan las carreteras. Hoy mandan ellos.

Los coches aparcados, las bocinas descansando, las sirenas no suenan. Todo es calma y relajación. Las ciudades se transforman en lugares tranquilos, sin ruido. Yo experimento el gusto de caminar por el medio y medio de la carretera. Me siento extraño y ,a veces, no puedo evitar mirar de reojo “no vaya a ser…” aunque también me emociona la idea de hacer lo que día a día está prohibido.

La emoción de lo prohibido se mezcla con el hartazgo provocado por el exceso de tranquilidad y de fiestas religiosas. Festividades que son capaces de paralizar un país completo y de condicionar la libertad de aquellos que , a pesar de no ser religiosos, deben seguir la ruta marcada por la sociedad.

Hoy, momento en el que los judíos celebran el día del perdón o del arrepentimiento, buena parte de la sociedad isralí ayuna. Según una encuesta publicada por un periódico local un 58% de la población no comerá ni beberá durante esta jornada. Los más religiosos también prescindirán del uso de aparatos eléctricos.

Afortunadamente ( para mí) ya son las cinco de la tarde, comienza la puesta de sol y con ella el fin del Yomkipur, me levanto del suelo e inicio el camino de vuelta a casa. En pocos minutos los coches volverán a las carreteras y al fin estaremos otra vez en el siglo XXI...



"Shalom, shalom Yomkipur"


Mateo Rouco

Estudiante erasmus en Israel.
Colaborador de Expansión desde Oriente Medio.