Publico por primera vez desde el extranjero para hablar del nuevo edificio del Museo de Arte Contemporáneo de Tel Aviv ( aquí abajo tenéis una magnífica foto) y recuerdo cómo fue aquel día....
El día en el que conocí el Museo se celebraba en el complejo la presentación de más de cien pinturas y grabados de Picasso. El evento fue increíble. Toda una experiencia para mi.
Rodeado de pinturas que reflejan el amor de Picasso por el mundo del toro conocí a Henrique Cymerman, corresponsal legendario de Antena 3 y La Vanguardia. El momento en el que mi buen amigo Alejandro me presento a Cymerman fue excitante.
Estar en frente de toda una autoridad del periodismo en Oriente Medio impone. Tengo que reconocer que estaba aún más nervioso minutos antes cuando mantuve una conversación con el embajador de España en Israel que también me dejó al más alto nivel de nerviosismo.
Tras explicarle a Cymerman qué estoy haciendo en una ciudad perdida al sur de Israel me dijo "Mateo te deseo muy buena suerte" y me aseguró que me regalaría un libro suyo que semanas más tarde comentaremos sentados en algún café de Tel Aviv. ¡Genial!
Además de Cymerman, también me encontré con el corresponsal de El Mundo, Sal Emergui. A Sal ya lo conocía de antes. Desde la redacción de El Mundo en Madrid nos pusieron en contacto ya que el diario fue mi último parada antes de Israel. Desde el principio ha sido uno de los periodistas que se ha ofrecido a ayudarme siempre que tenga algún problema
Junto a Sal me encontré con Antonio Pita, corresponsal de Efe en Jerusalem, al que me dirigí directamente para presentarme y para decirle " perdona por molestarte, soy Mateo Rouco, estudio periodismo en la Universidad Ben Gurión y me gustaría ponerme en contacto con corresponsales en Israel para aprender más y más".
Él , un poco liado tomando notas sobre el evento me dijo "ahora estoy trabajando pero toma mi tarjeta y pronto hablamos".
En la presentación de Picasso me sentía uno de esos toreros retratados en las pinturas del joven pintor malagueño aficionado a la tauromaquia. Rodeado de los toros del periodismo, de la política, de la cultura. Presentación tras presentación, el estudiante toreaba en la plaza convertida en museo de arte. No llevaba traje de luces, pero sentía un profundo respeto por quien tenía delante.
La faena acabó bien. Recuerdo que la mujer del embajador, impresionada por mis aventuras con los cohetes en el sur de Israel y por los estudios que estoy cursando llegó a bromear " si llega a ver tu pelo mi hijo me volvería loca, es justo como él lo quiere".