lunes, 30 de enero de 2012

La mala educación {Chutzpa} israelí

Chutzpah es una palabra extraña elaborada con el objetivo de definir un tipo de comportamiento que desgraciadamente en Israel es común y resulta para buena parte de los extranjeros un tanto molesto: la mala educación.

Os cuento lo que me pasó hace poco tiempo. Estaba en mi apartamento por la tarde, típico momento de estudio, música y café calentito- aunque estemos en Oriente Medio ahora hace frío- cuando alguien llama a mi puerta. Oigo varias voces, abro la puerta y me encuentro a un grupo de seis personas.

Por suerte uno hablaba español y me explica que vienen con una agente inmobiliaria que quiere enseñar mi piso porque está en la misma situación que uno en el bloque de al lado. Quieren enseñarle a posibles compradores como quedaría reformado si compran el gemelo de mi apartamento.

De inmediato la familia invade mi casa sin apenas pedir permiso, miran las habitaciones, el baño, la cocina, hasta diseñan un plano de la distribución de la casa y al mismo tiempo yo me quedo de piedra en el medio del salón. No tengo ni idea de cómo actuar pero vamos ya me han alterado una buena tarde. En mi cabeza salta el concepto "Estoy harto de la maldita chutzpa"

Pero donde realmente se manifiesta esta palabreja es en el supermercado, panadería, cogiendo el bus o en cualquier cola de espera que uno tenga por delante. La gente empuja, intenta colarse, son presas de la ansiedad, quieren todo al instante y da igual si tienen que colarse delante de tu cara sin ningún tipo de disimulo.

La sensación es horrible. Intentar subir a un bus y que todo el mundo te empuje o colocar tu compra en la caja para pagar y pase alguien delante y pague sin que te dé tiempo ni siquiera a parpadear. Hay días que hasta evito ir al supermercado porque este tipo de escenas me ponen de mal humor.

Pero esa chutzpa de la que hablo también se traslada a los negocios y a la vida social.

¿Cuánto recibes de beca?, ¿Cómo te pagas el apartamento?o ¿Cuánto cobran tus padres? Son preguntas habituales incluso cuando conoces a alguien por primera vez. Nadie se limita a la hora de hacer preguntas que habitualmente en España resultan incómodas.

La cara buena de la moneda se manifiesta en los negocios. Ya he escuchado comentarios de empresarios que presumen de que " aquí no necesitamos poner corbata o incluso podemos ir en vaqueros". Esa parte de mala educación israelí hace que en muchas ocasiones consigan sus objetivos mucho antes y hagan que las relaciones sean más directas.

En una negociación, por ejemplo, los empresarios israelís son directos. Si les interesa el proyecto te lo dicen y si no les interesa también. Y en caso de que quieran hacer negocios irán al grano sin pensárselo dos veces.

Recuerdo un Congreso con empresas españolas que se vinieron a Tel Aviv para crear nuevos acuerdos y abrir negocio en Oriente Medio y algunos me decían que precisamente ese carácter israelí, esa chutzpa, hacía que las negociaciones fueran más rápidas y directas y por lo tanto más sencillas.

En los negocios va bien. Quizás entre conocidos pueda aceptarse cierta mala educación. Pero en el día a día, la mala educación israelí harta. Obviamente no todos son así y hay quien reniega de este tipo de maneras sociales. Hay israelíes que también se enervan con el comportamiento de sus compatriotas, yo lo he visto en alguna ocasión, y que aseguran que ya están cansados de la gente que se comporta así.

Otros en cambio te animan a adoptar ese modo de vida. A veces hasta yo mismo lo he probado, las colas se hacen más cortas y te ahorras una sesión de enervamiento gratuito.



Mateo Rouco

Estudiante erasmus en Israel.
Colaborador de Expansión desde Oriente Medio.



martes, 10 de enero de 2012

Navidad en Palestina e Israel

Que la Navidad es tiempo de familia, comilonas, reyes, regalos, fiestas...¡STOP!

En absoluto y no aquí: Israel. El exotismo de una Navidad en Tierra Santa puede llenar la boca de aquellos enamorados de la verborrea pero la realidad de estas fiestas aquí es bien distinta.

En la mayor parte de Israel se caracterizan por pasar prácticamente desapercibidas. Es cierto que se pueden encontrar ciertas señas de Navidad en las zonas cristianas de Jerusalem pero poca cosa. Ni arbolitos, ni villancicos ni luces ni nada.

A los israelíes les parece raro desearte un feliz año nuevo puesto que en su calendario el nuevo año comienza en fechas diferentes.

De esta forma mi etapa navideña por Israel se ha caracterizado por tener un examen el día uno de Enero, clases durante toda la temporada navideña, ausencia de familiares y amigos y una ruta por los Territorios Ocupados -Palestina-. Todo un plato de buen gusto.


Enamorado de Jerusalem


En Jerusalem el choque de religiones me impactó y enamoró. Que si el Santo Sepulcro, que si el Muro de las Lamentaciones, la Explanada de las Mezquitas, La vía Dolorosa ¡Menuda mezcla! Ortodoxos judíos caminando por calles empedradas cruzándose con población musulmana, turistas cristianos y militares armados preparados para mantener el orden.


Todo ello perfectamente supervisado por un gran entramado de cámaras que vigila cada rincón de la ciudad antigua. Una ciudad que enamora por su gran zoco, por la mezcla de diferentes estilos arquitectónicos, por un aire lleno de olores impregnados del sabor de Oriente Medio. Jerusalem es mezcla de olores, sabores, frío, religiones, turismo y conflicto. Jerusalén me enamoró, a pesar de los pesares.

Durmiendo en un asentamiento en Jerusalem

Días antes de Nochebuena decidí irme a Jerusalem para conocer un
poco la ciudad y moverme por ahí. Problema: no tenía donde dormir. Había hablado con un amigo de un amigo para quedarme en su casa y al último momento me falló asique ya me veis a las seis de la tarde caminando por las empedradas calles de Jerusalem pensando " ay ay ay que hoy duermo en la calle".

Afortunadamente el compañero de piso de mi mejor amigo me ayudó y me ofreció su casa y ahí comenzó la aventurita.

Me dijo " Mateo puedes dormir en mi casa aunque queda un poco lejos". Yo me imaginé que con coger un bus o el moderno tranvía de Jerusalem sería suficiente pero no. Nos encontramos ya caída la noche y me advirtió " tendremos que primero coger el tranvía y luego hacer autostop pero tranquilo que todos los coches que pasan por aquí van al mismo sitio".

Me quedé pensando... dudaba... decía pero "¿por qué tenemos que hacer autostop y a dónde vamos?, ¿por qué no hay bus?"

LLegamos al punto de hacer autostop y montamos en un coche. Al poco tiempo veo un gran muro de hormigón, el que delimita las fronteras tras la guerra de 1967, y me doy cuenta de que estamos entrando en Territorios Ocupados por Israel. "Menuda sorpresa",pienso, al tiempo que comienzo a preguntar a mi amigo para que me oriente.

Me va comentando que estamos fuera de las fronteras, en territorios ocupados y que su padre vive en un ¡asentamiento! Este asentamiento es moderno, de casas grandes, con piscina y pertenece a un grupo de casas, como si fuera una urbanización, que ya llevan construídas más de 30 años.
Los asentamientos son uno de las principales trabas al proceso de paz entre Israel y Palestina.

Por dentro la casa es toda una maravilla. Jardín, chimenea, piano, lago para peces. De todo. Su padre super majo conmigo y mi amigo igual. Yo en shock pensando que estoy en un asentamiento al que sólo israelís pueden entrar, rodeado por una valla que da una señal de alarma si alguien quiere entrar y con un señor armado en la puerta que decide o no abrir las puertas en función de la placa del coche que se aproxime.

Dormimos, me levanto y mi amigo me muestra desde el balcón los asentamientos de colonos extremistas que con una caravana y pocos recursos deciden comenzar de la nada una nueva colonia arrebatando un pedazo de tierra más a los palestinos. Resulta curioso pero para él ellos son diferentes.

¡Menudo Belén!




Tras haber pisado las calles de Jerusalén y dormido en un asentamiento colono me fui a conocer Belén. El atractivo de Belén es tanto religioso como político. Aquí he podido observar una de las partes más crueles de la construcción del muro que divide a los territorios. La ocupación se siente tan fuerte que realmente es un momento que cuesta asimilar.


Los israelíes más de izquierdas aseguran que "el muro es una vergüenza" pero "ha demostrado que es efectivo porque los atentados suicidas han disminuido en Jerusalem". Esta serie de atentados bomba azotaron a la población israelí durante la segunda intifada.

El otro día en una cena una amiga me comentaba que "durante esos años tenía miedo a salir a la calle por miedo a que hubiera una bomba en un autobús". Esta mujer , que no es judía, se vino a vivir a Israel hace muchos años y decidió abandonar la ciudad de Jerusalén por la tensión que la ciudad acumula. También me explicó que durante la segunda intifada los atentados suicidas azotaron las calles de Tel Aviv y Jerusalem y causaron un fuerte miedo y dolor en la población israelíl.

Al margen de los "motivos" que se puedan dar desde la sociedad israelí el muro es una vergüenza escrita con mayúsculas. Me he sentido totalmente incapaz al ver eso.

Recuerdo un par de palestinos que tienen un taller de coches. Un taller en frente del cual han levantado el muro. Ahora los coches no tienen donde aparcar y la única visión que estos mecánicos tienen es un muro más grande que el de las cárceles que conocemos.

En otras ocasiones observas como el muro ha rodeado a una casa que ha pasado de tener vecinos normales a tener bloques de hormigón grises y con grafitis gritando por la paz. Cuando caminaba alrededor del muro observé a una niña de cinco o seis años jugando pegada al muro y me costaba imaginar cómo debe ser pasar la infancia entre muros.

-He estado en Berlín y he visto los restos del muro alemán. Ya son pasado.

-En Polonia las alambradas de los campos de concentración de Auswitch me dejaron totalmente impresionado y levantaron en mi un fuerte sentimiento de condena hacia un régimen de tales características. Ya son pasado.

Desde el cruel PRESENTE, Belén, siento una vergüenza inexplicable por las acciones del ser humano. Me lastima ver a una población aprisionada entre muros que lloran por una paz que tras más de 60 años de conflicto no llega.

He vivido el conflicto en zona israelí y han caído cohetes en la ciudad en la que vivo, Beersheba. También he visto la fuerza de la ocupación en territorios palestinos. No he logrado ir a Gaza y aún no sé si estoy o no preparado. Porque por lo que aquí se dice eso es una prisión a cielo abierto. Si ya ver la situación de Belén y otros territorios pone los pelos de punta. Gaza tiene que dejar sin palabras.





Estudiamos el conflicto, debatimos sobre política, conocemos a un lado, al otro. Sufrimos pero seguimos sin llegar a comprender la magnitud de todo esto. Hay un lema que dice "cuanto más estudias el conflicto menos lo entiendes". Así me quedo.


Mateo Rouco

Estudiante erasmus en Israel.
Colaborador de Expansión desde Oriente Medio.