martes, 10 de enero de 2012

Navidad en Palestina e Israel

Que la Navidad es tiempo de familia, comilonas, reyes, regalos, fiestas...¡STOP!

En absoluto y no aquí: Israel. El exotismo de una Navidad en Tierra Santa puede llenar la boca de aquellos enamorados de la verborrea pero la realidad de estas fiestas aquí es bien distinta.

En la mayor parte de Israel se caracterizan por pasar prácticamente desapercibidas. Es cierto que se pueden encontrar ciertas señas de Navidad en las zonas cristianas de Jerusalem pero poca cosa. Ni arbolitos, ni villancicos ni luces ni nada.

A los israelíes les parece raro desearte un feliz año nuevo puesto que en su calendario el nuevo año comienza en fechas diferentes.

De esta forma mi etapa navideña por Israel se ha caracterizado por tener un examen el día uno de Enero, clases durante toda la temporada navideña, ausencia de familiares y amigos y una ruta por los Territorios Ocupados -Palestina-. Todo un plato de buen gusto.


Enamorado de Jerusalem


En Jerusalem el choque de religiones me impactó y enamoró. Que si el Santo Sepulcro, que si el Muro de las Lamentaciones, la Explanada de las Mezquitas, La vía Dolorosa ¡Menuda mezcla! Ortodoxos judíos caminando por calles empedradas cruzándose con población musulmana, turistas cristianos y militares armados preparados para mantener el orden.


Todo ello perfectamente supervisado por un gran entramado de cámaras que vigila cada rincón de la ciudad antigua. Una ciudad que enamora por su gran zoco, por la mezcla de diferentes estilos arquitectónicos, por un aire lleno de olores impregnados del sabor de Oriente Medio. Jerusalem es mezcla de olores, sabores, frío, religiones, turismo y conflicto. Jerusalén me enamoró, a pesar de los pesares.

Durmiendo en un asentamiento en Jerusalem

Días antes de Nochebuena decidí irme a Jerusalem para conocer un
poco la ciudad y moverme por ahí. Problema: no tenía donde dormir. Había hablado con un amigo de un amigo para quedarme en su casa y al último momento me falló asique ya me veis a las seis de la tarde caminando por las empedradas calles de Jerusalem pensando " ay ay ay que hoy duermo en la calle".

Afortunadamente el compañero de piso de mi mejor amigo me ayudó y me ofreció su casa y ahí comenzó la aventurita.

Me dijo " Mateo puedes dormir en mi casa aunque queda un poco lejos". Yo me imaginé que con coger un bus o el moderno tranvía de Jerusalem sería suficiente pero no. Nos encontramos ya caída la noche y me advirtió " tendremos que primero coger el tranvía y luego hacer autostop pero tranquilo que todos los coches que pasan por aquí van al mismo sitio".

Me quedé pensando... dudaba... decía pero "¿por qué tenemos que hacer autostop y a dónde vamos?, ¿por qué no hay bus?"

LLegamos al punto de hacer autostop y montamos en un coche. Al poco tiempo veo un gran muro de hormigón, el que delimita las fronteras tras la guerra de 1967, y me doy cuenta de que estamos entrando en Territorios Ocupados por Israel. "Menuda sorpresa",pienso, al tiempo que comienzo a preguntar a mi amigo para que me oriente.

Me va comentando que estamos fuera de las fronteras, en territorios ocupados y que su padre vive en un ¡asentamiento! Este asentamiento es moderno, de casas grandes, con piscina y pertenece a un grupo de casas, como si fuera una urbanización, que ya llevan construídas más de 30 años.
Los asentamientos son uno de las principales trabas al proceso de paz entre Israel y Palestina.

Por dentro la casa es toda una maravilla. Jardín, chimenea, piano, lago para peces. De todo. Su padre super majo conmigo y mi amigo igual. Yo en shock pensando que estoy en un asentamiento al que sólo israelís pueden entrar, rodeado por una valla que da una señal de alarma si alguien quiere entrar y con un señor armado en la puerta que decide o no abrir las puertas en función de la placa del coche que se aproxime.

Dormimos, me levanto y mi amigo me muestra desde el balcón los asentamientos de colonos extremistas que con una caravana y pocos recursos deciden comenzar de la nada una nueva colonia arrebatando un pedazo de tierra más a los palestinos. Resulta curioso pero para él ellos son diferentes.

¡Menudo Belén!




Tras haber pisado las calles de Jerusalén y dormido en un asentamiento colono me fui a conocer Belén. El atractivo de Belén es tanto religioso como político. Aquí he podido observar una de las partes más crueles de la construcción del muro que divide a los territorios. La ocupación se siente tan fuerte que realmente es un momento que cuesta asimilar.


Los israelíes más de izquierdas aseguran que "el muro es una vergüenza" pero "ha demostrado que es efectivo porque los atentados suicidas han disminuido en Jerusalem". Esta serie de atentados bomba azotaron a la población israelí durante la segunda intifada.

El otro día en una cena una amiga me comentaba que "durante esos años tenía miedo a salir a la calle por miedo a que hubiera una bomba en un autobús". Esta mujer , que no es judía, se vino a vivir a Israel hace muchos años y decidió abandonar la ciudad de Jerusalén por la tensión que la ciudad acumula. También me explicó que durante la segunda intifada los atentados suicidas azotaron las calles de Tel Aviv y Jerusalem y causaron un fuerte miedo y dolor en la población israelíl.

Al margen de los "motivos" que se puedan dar desde la sociedad israelí el muro es una vergüenza escrita con mayúsculas. Me he sentido totalmente incapaz al ver eso.

Recuerdo un par de palestinos que tienen un taller de coches. Un taller en frente del cual han levantado el muro. Ahora los coches no tienen donde aparcar y la única visión que estos mecánicos tienen es un muro más grande que el de las cárceles que conocemos.

En otras ocasiones observas como el muro ha rodeado a una casa que ha pasado de tener vecinos normales a tener bloques de hormigón grises y con grafitis gritando por la paz. Cuando caminaba alrededor del muro observé a una niña de cinco o seis años jugando pegada al muro y me costaba imaginar cómo debe ser pasar la infancia entre muros.

-He estado en Berlín y he visto los restos del muro alemán. Ya son pasado.

-En Polonia las alambradas de los campos de concentración de Auswitch me dejaron totalmente impresionado y levantaron en mi un fuerte sentimiento de condena hacia un régimen de tales características. Ya son pasado.

Desde el cruel PRESENTE, Belén, siento una vergüenza inexplicable por las acciones del ser humano. Me lastima ver a una población aprisionada entre muros que lloran por una paz que tras más de 60 años de conflicto no llega.

He vivido el conflicto en zona israelí y han caído cohetes en la ciudad en la que vivo, Beersheba. También he visto la fuerza de la ocupación en territorios palestinos. No he logrado ir a Gaza y aún no sé si estoy o no preparado. Porque por lo que aquí se dice eso es una prisión a cielo abierto. Si ya ver la situación de Belén y otros territorios pone los pelos de punta. Gaza tiene que dejar sin palabras.





Estudiamos el conflicto, debatimos sobre política, conocemos a un lado, al otro. Sufrimos pero seguimos sin llegar a comprender la magnitud de todo esto. Hay un lema que dice "cuanto más estudias el conflicto menos lo entiendes". Así me quedo.


Mateo Rouco

Estudiante erasmus en Israel.
Colaborador de Expansión desde Oriente Medio.



2 comentarios:

  1. Magistrales tus experiencias de primera mano que no necesitan de adjetivos para impactar. Cristina

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  2. Vergüenza me daría dormir bajo el mismo techo de un israelí que le parece lo más normal del mundo arrebatar injustamente tierras/agua/dinero/derechos a los palestinos y obligandoles a comprar sus productos para evitar su desarrollo.Venga loco que yo tmn he estado en Belen y Jerusalem no me a enamorado,sino que me a llenado de un terrible pesar,ademas q mis padres son árabes.;)La vergüenza de este siglo x la union europea y estados unidos.

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