martes, 13 de marzo de 2012

Evacuados en Tel Aviv

Así estamos debido a las circunstancias. Evacuados. Tras días interminables de cohetes y alarmas, de nervios y angustia, de sueños rotos y de conflicto, la decisión está tomada, nos evacuan. Nos alejamos de esto y nos tomamos un respiro.

La seguridad de la Universidad en la que estudio, Ben Gurión ha decidido evacuarnos a Tel Aviv.

La situación y los ánimos ya estaban al límite. La última noche que pasé en Beersheba fue horrible. A las 3 de la madrugada me despierto con el sonido de la sirena y me voy corriendo a las escaleras de mi edificio junto a mi compañera de piso, Sofia. Ella se siente más tranquila porque al menos no está sola y yo estoy dormido, nervioso y en esta ocasión angustiado.

Nos encontramos con gente que supera los 60 años bajando las escaleras, mis vecinos. Varias ancianas y ancianos caminan a paso lento hacia el pasillo de nuestro edificio. Esta es la zona más segura de un edificio en el que no contamos con refugio. Los pasos de estos ancianos que marchan sobre un pasillo nocturno son lentos, inquietos, tristes y me imponen mucho respeto. Ellos han caminado por la historia de Israel y lo siguen haciendo.

Habrán vivido todas las guerras que Israel ha pasado desde su fundación en mayo de 1948. Son conscientes de los peligros, de lo que es luchar, de lo que es perder a seres queridos, quizás son también conscientes de lo que se siente al matar al enemigo. Uno de los ancianos deja entreabierta su puerta, sale con ropa militar, y yo, que curioseo un poco descubro que su salón está decorado con un amplio número de réplicas de aviones y barcos de guerra.

Me resulta curioso y sigo dándole vueltas a la cabeza mientras espero los 60 segundos que suena la alarma y los 10 minutos que debemos aguantar hasta que caigan los cohetes o se escuche el boom. Algunos de mis vecinos se sientan, otros encienden cigarros, yo estoy de pie y descalzo en el medio del oscuro pasillo a altas horas de la madrugada. Ya se me ha cortado el sueño y casi se me agota la paciencia. Quiero irme a Tel Aviv.

Al día siguiente, seguimos con cohetes, trabajo desde la biblioteca en mi trabajo final mientras que las sirenas siguen sonando para avisarS de nuevos cohetes en mi ciudad. Nos llega un sms de nuestros responsables anunciando que nos evacuan a Tel Aviv. Me lo imaginaba y lo agradezco.

Y aquí sigo, alejado de cohetes y sirenas, rodeado de buena gente y una bella ciudad y preparado para irme el próximo fin de semana a vivir en un kibutz durante 48 horas. El siguiente paso será conocer a Simón Peres, presidente de Israel, en un Congreso de emprendedores en Jerusalem.

Mejor planear cosas fuera de Beersheba porque de momento la situación sigue tensa.


Mateo Rouco

Estudiante erasmus en Israel.
Colaborador de Expansión desde Oriente Medio.

6 comentarios:

  1. ¡Ánimo, Mateo! Todo esfuerzo consigue su recompensa. Me dejas admirado de todo lo que estás haciendo. Lo que no comprendo, es cómo no te sacan en las pantallas fijas de la Facultad, narrando tu testimonio desde la primera fila del frente! Tal vez deberían telefonearte hoy desde la celebración del 40º Aniversario de la Facultad. Déjame un teléfono donde llamarte, y se lo paso a ver si les parece oportuno. Un fuerte abrazo, ¡Campeón!

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  2. Por supuesto Pedro, estaré encantado de participar en el programa de radio si a ellos les parece interesante hablar con un estudiante en Israel. Espero vuestra llamada. Un abrazo y gracias por los ánimos

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  3. Genial post Mateo! Mucho ánimo! Espero expectante tus impresiones de Simón Peres y por favor, no dejes de escribir! Un abrazo!

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    1. Ni se me pasa por la cabeza dejar de escribir. Todo lo contrario cada vez quiero escribir más y mejor. En el blog, para el libro, para Expansión y para lo que haga falta. La experiencia está para contarla. Estoy tan impaciente por el encuentro con el presidente! TE/OS contaré!

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  4. se me ha puesto la piel de gallina cuando lo he leido ,que mal rato ,pero lo importante es que estàs bien,una nueva experiencia pero no tengas màs de estas ok?

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    1. Pues es una experiencia, por supuesto. Obviamente es dura pero está bien para aprender cómo se vive en una zona de conflicto!

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